La culpa por comer
La alimentación emocional y culpa por comer suelen venir de la mano. Sin embargo, la culpa no es algo “normal” que se siente después de comer. El problema es que la hemos normalizado.
Si comer te hace sentir culpable, tengo unas preguntas para vos:
- ¿Cuándo fue la primera vez que empezaste a sentir culpa por comer?
- ¿Cuándo te prohibieron por primera vez un alimento?
- ¿Qué edad tenías cuando escuchaste que habían alimentos buenos y malos?
- ¿Te mandaron a hacer dieta alguna vez? ¿Qué edad tenías?
¿De dónde viene la culpa?
No nacimos sintiendo culpa por comer. De hecho, cuando éramos chicas podíamos saber perfectamente cuándo teníamos hambre y queríamos comida: la pedíamos.
Pero con el tiempo, seguramente fuimos escuchando diálogos en casa, viendo cómo se comportaban los adultos a nuestro alrededor con la comida, aprendiendo prácticas poco saludables de parte de nuestros padres, cuidadores o familiares, como no comer solo porque “ya habían comido de más durante el día/ las vacaciones/una fiesta, y entonces ahora tenían que “cuidarse”… Y todo esto lo digo con amor y sin echar culpas: nuestros padres están tan sumergidos en el pensamiento colectivo como nosotras, ellos también fueron educados por personas que tienen o tenían las mismas prácticas o relación con la comida.
Necesitamos trabajar sobre esas creencias tan instauradas sobre la comida para que no venga acompañada de la culpa.
Considero que otro de los puntos por los que nos sentimos en “falta”, tiene que ver con la calidad de los alimentos que consumimos. Hay tantos productos industrializados que se hacen llamar alimentos y son adictivos, que tuvimos que poner una barrera para no elegirlos constantemente. En caso de hacerlo, sentimos culpa porque sabemos que no son la mejor opción para nuestro bienestar y que atentan contra nuestra salud.
Pero aun así, muchas veces elegimos poner esas barreras incluso con alimentos reales y saludables (como es el caso de algunas frutas), porque estamos sumergidas en una cultura de alimentación que se basa en calorías y porciones, desconectadas completamente del acto de comer.
Comer es una necesidad básica, nos hace crecer fuertes y sanas (sí, como se le dice a los niños). Entonces, ¿por qué sentimos culpa por hacer algo tan básico para nosotras?
Sería como sentir culpa por dormir…Esperá, esperá, también sentimos culpa por ello!
¿No será que entonces hay algo más que nos quiere ver a todas chiquitas, culpables, miedosas e inseguras? Para pensar.
No digo que ahora comamos comida procesada o chatarra sin medida (si interpretaste eso, te animo a volver a leer este posteo porque entonces no entendiste mi punto).
¿Qué podemos hacer?
Se trata de comer sin culpa. Comer con hambre. Comer conectadas con nuestro cuerpo. Y por supuesto, comer comida real la mayor parte del tiempo.
Si te gustaría trabajar sobre tu relación con la comida, el hambre emocional y la culpa por comer, adquirí el Cuadernillo de Alimentación Emocional para derribar estos patrones y recuperar el disfrute por comer.
Espero que este posteo te haya incentivado a reflexionar y, sobre todo, a amigarte con la comida.
Con cariño,
