¿Tenés un cerebro saludable?

No podemos ver nuestro cerebro, por lo tanto, no está en nuestra lista de prioridades atenderlo. Es más fácil ver las arrugas, el acné, el sobrepeso y entonces poner manos a la obra, que ponerle atención a nuestra salud cerebral. Pero, qué pasa si te digo que nuestro cerebro puede dañarse 30 años antes de que comiences a padecer síntomas? Si. De hecho, pueden pasar de 30 a 50 años para presentarse las primeras señales de daño cerebral tales como olvido, mala memoria, reflejos lentos, falta de coordinación, dificultad para concentrarse o completar tareas complejas, que a menudo se asocian con la vejez.

No le prestamos atención a nuestro cerebro cuando descansamos poco, cuando nos alimentamos de puros procesados, azúcar y grasas hidrogenadas, cuando llevamos una vida sedentaria, cuando decidimos aislarnos y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, cuando nos sobrecargamos de actividades y trabajo y no nos permitimos parar.

 

El cerebro necesita:

  • Una buena noche de sueño para completar funciones que solo realiza durante las horas de descanso, como la de fijar conocimientos adquiridos durante el día o que las células cerebrales se regeneran de forma adecuada. De lo contrario, esto puede ocasionar envejecimiento prematuro, deterioro de la función cerebral, dificultades en la concentración, mal humor y sensación de cansancio.
  • Ejercicio para reducir el riesgo de depresión, mejora la salud cardiovascular, aumentar la memoria y la coordinación.
  • Buena nutrición para protegerlo del daño y respaldar un funcionamiento eficiente. Se ha demostrado que una dieta rica en alimentos integrales, grasas saludables y baja en alimentos procesados, ralentiza la progresión del deterioro cognitivo. Las grasas saludables son vitales para la función cerebral, como los frutos secos, el coco, la palta o aguacate, las semillas y sus aceites. Yo elijo el aceite de coco para cocinar y el de oliva en crudo.
  • Manejo del estrés para mantener los niveles de cortisol (hormona del estrés) bajos. Un estado de tensión sostenido en el tiempo implica más presencia de cortisol en la sangre, teniendo como consecuencia la debilitación gradual de células cerebrales. Esto afecta la memoria a corto plazo porque la transmisión de información entre neuronas se ve dificultada. Por otra parte, se demostró que el tamaño de ciertas áreas como la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo, se reducen como consecuencia del estrés crónico. Éstas áreas juegan un papel muy importante en la regulación emocional, la memoria, el aprendizaje y la toma de decisiones.
  • Conexión social para la salud neurológica, actuando como un efecto neuroprotector, reduciendo la probabilidad de deterioro cognitivo y de depresión.

 

 

Además:

• La práctica de la religión o la espiritualidad se han asociado positivamente con un menor riesgo de deterioro cognitivo. Considera experimentar con la meditación o explorar una religión que resuene con vos. 

Aprender un nuevo idioma o una actividad puede ayudar a promover la flexibilidad cognitiva.

Los pasatiempos creativos como pintar, bailar o tocar un instrumento, pueden ayudar a reducir la pérdida de memoria.

 

Ahora que te conté esto, ¿qué pequeño cambio implementarías a partir de hoy para mejorar tu salud cerebral?

 

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Saludos,

Luli.